lunes, 16 de diciembre de 2013

Fibromialgia: cosa de mujeres





Hace cien años las mujeres eran histéricas, pero llegó el psicoanalisis y las curó. Entonces, las mujeres se deprimieron. Es que el Dr. Freud les había mostrado sus deseos, y cuando ellas los vieron quisieron alcanzarlos, pero la sociedad estaba ciega. Claro que cuando uno se enfrenta con sus anhelos más profundos, volver atrás no es fácil, así que ellas decidieron hacer las cosas por sí mismas: disfrutar su sexualidad, tener sólo los hijos que podían criar, estudiar, trabajar y, a veces, hasta ser exitosas. Pero claro, con tanto esfuerzo algunas cosas empezaron a ceder. No mucho: algunas glándulas, como la tiroides, se pusieron a fabricar nódulos por cuenta propia, o los ovarios a hacer quistes. También alguna piedra en la vesícula, o unas terribles jaquecas. ¡Nada que la moderna medicina no pueda tratar exitosamente!. Claro, ante tanta producción, los hombres, una vez más, no supieron muy bien que querían sus mujeres y empezaron a dejarlas solas. Con el hogar, la economía, la sexualidad, que si bien ejercen libremente, no como ellas quieren. Ellos prefieren deambular de una a otra cama sin comprometer sus sueños en ninguna. Desayunan y se van, porque temen aquerenciarse, algo visto como muy inconveniente en estas epocas.
Pero el tema aquí  no son ellos, sino ellas y sus devenires. Con la pastillita anticonceptiva, la de “la levo” en la cartera y algún trapax por las dudas, las chicas aprueban exámenes, crian hijos, pagan alquileres y manejan automóviles. A veces, hasta ganan elecciones. Al fin parecen haber conseguido lo que querían. Aunque las quejas siguen, porque ese deseo dejó de parecerles propio. Me explico: las madres de estas mujeres trabajaron, a veces estudiaron, volvieron al hogar, lo limpiaron y prepararon la comida. Antes de irse a dormir dejaron la ropa planchada para el dia siguiente y se sintieron realizadas con el bizcochuelo para el desayuno y el puesto de empleadas de comercio. Pocas de ellas quemaron sus sujetadores, pero sus hijas… ¡hay sus hijas! Por supuesto, heredaron de sus madres todos los derechos arduamente conquistados. No tuvieron que luchar para estudiar, tener una economia independiente, decidir cuando y cuantos hijos tener, porque ya estaba hecho. Claro que no sólo tienen derecho a trabajar sino que, ahora, estan obligadas a hacerlo. Y no deben tener hijos hasta asegurarse un futuro estable, lo cual raramente ocurre antes de los cuarenta, cuando ya casi no son fecundas. Sin embargo, la ciencia viene otra vez en su auxilio, y como se esforzaron para conseguir holgura economica, pueden pagarse modernos tratamientos para estimularse, inseminarse, llenarse de hormonas, comprar espermatozoides congelados, y ser felices madres a los cuarenta y cinco o más, si la naturaleza las acompaña y la paciencia tambien. Estas chicas le van ganando al tiempo.  Parecen haber conquistado la eterna juventud, se ven hermosas a toda edad. Con algún esfuerzo extra, claro. Entrenan antes o depués del trabajo, gastan dinero en cremas, vestidos, zapatos y carteras, van a bailar con las amigas y entre todas sostienen viva la esperanza de que el amor llegue. Y si no llega se culpan a sí mismas por hacer malas elecciones, se hacen un hueco en la agenda, van al psicólogo a recuperar ilusiones, y al cirujano para hacerse un “retoque” en los pechos, la nariz, los gluteos o la cicatriz de la cesárea ¡Y siguen participando! La sociedad mira para otro lado mientras esas glamorosas mujeres, como siempre, se hacen cargo del futuro, de los pibes que van naciendo -o no- de la escolaridad, de la casa, de la comida, de los viejos que se van internando y muriendo y, además, de lo que él no quiere, no sabe o no aporta. O sea, el futuro del mundo sigue en manos de ellas, que  homologaron su derechos con los del varón, pero no consiguieron ni la mas mínima ayuda para sí mismas. Ahora, cuando no sólo tienen el derecho de realizarse sino la obligacion de hacerlo, las aguarda otra sorpresa.
Una mañana se levantan… y les duele todo. El médico las revisa y les encuentra ¡18! puntos dolorosos. Ella no tenía ni idea de que estaban allí, silenciosos, esperando a que alguien los toque para quejarse. El médico le diagnostica fibromialgia, una nueva enfermedad, dice, de origen desconocido. El sistema nervioso, la genética, el temperamento. En fin. Le receta un calmante suave, pero no funciona. Además, nadie le cree, asi que, con o sin dolor, sigue la marcha. Le cuesta moverse. Soporta y busca. Se deprime. Si tiene suerte, una amiga, una maestra espiritual, un psicólogo lúcido le recomendarán que cambie de vida. Ella escuchará o no. Si escucha, pondrá límites. El tiempo para el reiki, el yoga, la meditacion y su descanso no serán negociables, por que habrá comprendido la diferencia entre desear y cumplir con los mandatos para no sentirse culpable. Se dedicará a lo que siempre quiso: recuperará los pinceles, la pluma o tomará clases de piano. Si no escucha, seguirá reclamando la cura mágica que se tiene ganada con tanto esfuerzo. Por fin, en algun consultorio le darán la receta de pregabalina. Al principio, aunque le cueste despertarse, el dolor cede. Despues, inexplicablemente, empieza a pensar que la vida no vale la pena.Ada Fanelli




jueves, 19 de septiembre de 2013

Solidaridad con el proceso personal



Freud descubrió un fenómeno que es la base de la cura analítica: la transferencia. Consiste en ""pasarle" al analista los sentimientos que tuvimos de chicos para con nuestros padres, y que en algún rinconcito del inconciente aún sobreviven. Por eso depositamos en nuestros medicos la espectativa de "ser curados". !Pero es falso! No es "El Doctor" quien nos cura, sino que nosotros mismos retomamos el equilibrio y recuperamos la salud. Por supuesto, los consejos y las prescripciones ayudan, pero no son recetas mágicas. Si pensamos en un equilibrista, aceptamos que no es la pertiga la que lo lleva por la cuerda floja, sino sus pies. La vida es la cuerda, el camino. Cada uno es el equilibrista que necesita avanzar para no caer. La pértiga es el artilugio que nos ayuda para recuperar el equilibrio. Un equilibrio que se obtiene, solamente, al buscarlo. Cuando nos enfermamos, el dolor nos está avisando, debemos revisar y volver a encontrar el equilibrio perdido. !Nadie puede hacerlo por nosotros! Si nos peleamos con el síntoma es peor aún: hace falta que nos escuchemos. ¡ ¿Que estaba pasando cuando el dolor apareció? ¿Qué sentí? O aún....¿Qué se siente en general cuando eso pasa y yo no me lo permití? Las preguntas necesarias son estas, las respuestas en cambio no aparecen en el facebook, son personales, íntimas, nadie las conoce además de uno. Son los habitantes de nuestro mundo interno. Cuando conseguimos respondernos nos "reincorporamos" a nosotros mismos y entonces si, como si fuese mágicamente, llegan los medios, que siempre estuvieron ahí, en nuestras manos, como la pértiga, aguardando a que nuestros ojos se abran. Ada Fanelli

sábado, 31 de agosto de 2013

Enferma "de los nervios"



Una expresión cuya versión masculina no creo haber escuchado nunca. La enfermedad "nerviosa" parece un tópico sólo aplicable a las mujeres, y ya que no es posible hallar tal clasificación en la nosologia psiquiatrica, no queda mas que suponerla una descalificación. Cuando una mujer se queja, cuando grita, cuando protesta es una "enferma de los nervios". Una manera funcional de evitar responder al dolor, la bronca o la injusticia típica de nuestra cultura machista. Anulando la idoneidad del emisor, la demanda queda invalidada. ¿Qué podria ser digno de consideracion viniendo de una "enferma de los nervios"? Y hasta tal punto cargamos la descalificación que hacemos real el sintoma y al fin nos enfermamos de verdad, porque si el acerbo popular atesora estos epitetos, la ciencia no le va a la zaga: histericas, falicas, depresivas. A lo largo de la historia hemos tratado de escapar a estas clasificaciones, que en definitivas cuentas solo responden a las dos maneras masculinas de considerar a las mujeres: Loca (como tu madre) y Puta (mujer de todos o de nadie). No nos acompaña el exito, ya que el inconciente masculino es persistente y hagamos lo que hagamos seremos ubicadas en alguna de las dos categorias. Si estudiamos, trabajamos, y ganamos nuestro propio dinero (para demostrar, por supuesto, que no cobramos como putas) y ejercemos libremente nuestra sexualidad, no se nos considera aptas como pareja estable por falicas (locas). Si en cambio nos negamos a acceder la sexualidad cada vez que se nos demanda, nos considerarán histericas (locas) y calienta braguetas (putas). La propuesta es un juego en el cual no está considerada la posibilidad de que la mujer gane, asi que la única opción es frustrarnos y deprimirnos, con lo cual confirmamos el diagnóstico de la enfermedad "nerviosa" y nos administran antidepresivos.¿Por qué nos prestamos a este juego? En principio, por ignorancia: nos educan como sirvientas o princesitas, o como Cenicientas, que es una engañosa versión de  las dos cosas, mientras los varones no son educados para representar el complementario rol del  heroe sino como jugadores de futbol o pilotos de formula uno. Incongruente ¿verdad? Con este panorama, los padecimientos femeninos adquieren otro aspecto: ya sea pensándonos como princesas o como muchachas de la limpieza, nos hacemos cargo en demasiada soledad de la responsabilidad de dar y sostener la vida. El hogar sigue siendo considerado un espacio femenino y la calle uno masculino. En la casa los hombres se sienten atrapados, buscan salir. Y si por casualidad se quedan, no es para colaborar, sino imaginando argumentos para "esquivar el bulto".  Si protestamos: locas, si nos vamos: putas. ¿Qué tiene de raro que nos duela todo?

Y al fin, una última paradoja: Después de terminar de escribir esta nota, busco una imagen para ilustrarla. Googleo "loca" y....¿A que no saben que encuentro? No son imágenes de mujeres alteradas y tirándose de los pelos si no de aspecto sugerente y sexi: !PUTAS! ¿En que quedamos, muchachos?. En fin. Al fin, me decido por esta:


domingo, 14 de julio de 2013

No olvidarme de las cosas

 Era rosado y suavecito al tacto. En la caja tambien encontró una batea y dos pañales exactamente iguales a los que su mamá compraba en el supermercado cada semana para el hermanito. Hasta tenían los mismos dibujos y la misma marca. Aprendió a cambiar al muñeco despues de bañarlo, aunque un par de veces lo metió al agua con el pañal puesto, lo que representaba un problema porque tardaba mucho en secar. Entonces imaginaba que se habia echo pipí y ponía cara seria, como habia visto hacer a los grandes. Incluso una vez uso polenta para simular suciedad y hasta sintió asco, pero no se quejó. Las mamás no se quejan de sus bebes. Dormía abrazada a Tomás, y realmente sufría al irse a la escuela, porque sabía que no volvería a verlo hasta la hora de tomar la leche.
-"Pobrecito mi amorcito" pensaba, y a veces incluso se sorprendió recordando a su "hijo" durante el recreo y temiendo que Coco, el enorme y malhumorado gato siamés pudiese hacerle daño. Mucho tiempo después evocaría esos momentos mientras cambiaba a Matías. Y se reía sola recordando como había, entonces, untado al muñeco para simular el popo que ahora era totalmente auténtico. Al principio temió sentir arcadas, pero se acostumbró pronto. También necesitó dormir menos y con menor profundidad. Temía no escuchar el llanto por la noche, y tambien sabía que Esteban dormía tan profundamente que ella era la única opción para el pequeño. Pero como todo se aprende, también aprendió a dormir "con un ojo" y a velar con el otro. Una habilidad que le resultaría muy útil para administrar antibióticos o tocarle la cabecita y controlar una fiebre. Total, el viaje en colectivo era largo y como subía en la terminal casi siempre había asiento. Era una buena estrategia para recuperarse y dormir. Que descansada se despertaba en Las Heras y Coronel Diaz. Habría los ojos cuando el colectivo frenaba y se bajaba rapidito. La mochila le presionaba la espalda y juraba cada día, mientras apresuraba las cuadras que la separaban de Santa Fé, comprarse una con rueditas, pero siempre llegaba el fin de mes y la promesa seguía sin cumplirse. Cuando pasaba frente al gimnasio se preguntaba por qué esas mujeres tan bonitas que podían estar durmiendo se levantaban temprano para montar en la bicicleta fija. Ella lo único que quería era dormir. Cuánta razón tenían las compañeras cuando le recomendaron aprovechar el embarazo para descansar. Pero no le importaba demasiado el agotamiento, porque "su" Matias era el bebé más hermoso que habia visto nunca, más hermoso que aquel muñeco rosadito y suave al tacto que recibió como regalo el día de su cumpleaños numero ocho.
Estaba bastante bien esa mañana. El dolor en la espalda se había ido con el Ibuprofeno y no retornó hasta que la llamaron de la oficina de personal. La jefa la saludó con una sonrisa antes de anunciarle: -Beatriz: ¿vos no terminaste el secundario, no?
Se puso bordó y se le fueron los pensamientos quién sabe a dónde. -Mirá, si no tenés el título vamos a tener que prescindir de tus servicios. No podemos tener cajeras sin el nivel medio completo. Me lo avisaron recién de la gerencia.
A Beatriz el bordó se le destiñó a blanco en un santiamen y quiso decir algo, pero no le salía. La verguenza se transformó en miedo. No podían prescindir de su sueldo.
La jefa de personal sabía leer en la cara de la gente, y fue bastante comprensiva, cosa que supo agradecerle. No le hubiera gustado tener que explicar que abandonó el secundario cuando se quedó embarazada. Entonces, la mujer bajó el nivel de exigencia diciendo: -Mirá, si me traés el certificado de que estás cursando voy a ver como te lo arreglo.
Beatriz le devolvio un "gracias" muy suavecito, pero muy sentido.
Por suerte consiguió una nocturna cerca. Salía corriendo de trabajar y llegaba justo a tiempo para sacar al nene de la escuela, dejarlo en lo de una abuela y entrar al colegio. Ya se había olvidado de cuánto le gustaba estudiar. Tanto se había olvidado que hasta tuvo miedo de no poder. Cuando en el boletín vió todas las materias aprobadas, el corazón le saltó en el pecho, aunque no se animó a compartirlo con nadie porque a nadie le habia dicho que estaba terminando el secundario y a su edad.  Un día, una compañera le contó que ella iba a seguir estudiando. También le dijo cuánto ganaba una enfermera y el número le quedó dando vueltas en la cabeza por varios días. Era el  doble. El doble de lo que ganaba en el supermercado. ¿Por qué no? ¿Por que no?!!!!?
Por supuesto, perdió la horita de sueño reparador a bordo del colectivo 41 cada mañana, pero valió la pena. Cuando Esteban se fue ella ganaba como para mantener, sola, toda la casa y era feliz. Si, claro, lo extrañó, pero al menos no la despertaba cuando se iba y en la cama ya no estaba ese cuerpo impregnado de olor a alcohol y ya no corría riesgo de que la despertara para hacer algo a cualquier hora, tuviese o no tuviese ganas. Ahora podía dormir una hora más sin preocuparse por la camisa y las medias de él y aunque se levantaba con bastante dolor en la espalda y la nuca, el Ibuprofeno seguía siendo su mejor amigo. Cuando terminaba con los mates ya había recuperado la flexibilidad. Varias veces pensó en hacer el turno noche, porque de noche se sentía mejor. Se decidió cuando el nene más chico empezó el primer grado. Eran bastante amigas con la vecina del "C", asi que los dormia, le dejaba la llave y se iba. Además, le pagaban un "plus" por el horario nocturno y le servía para mandar a los chicos en micro. Cuando volvía del hospital, por lo general todavía estaban durmiendo o remoloneando. Les preparaba la leche, los despertaba, los vestia, revisaba las mochilas que habia preparado la noche anterior por cualquier cosa y los subía al colectivo a las 7.15 puntualmente. Volvía a entrar, metía la ropa sucia en el lavarropas, se hacía un cafe para no dormirse y lavaba las tazas del desayuno. Tendía las camas y respondía al telefono porque su madre la llamaba a esa hora cada dia. Barría y, si hacia falta, salía otra vez para hacer alguna compra. Para ese entonces era casi el mediodia. Se preparaba alguna pavadita para comer y se quedaba dormida en el sofá mientras miraba la novela. Seguramente se acostaba torcida, porque cuando el timbre de abajo le anunciaba que los chicos habían llegado le costaba un Perú retomar la posición vertical. Les calentaba la leche y les preguntaba cómo había ido en la escuela. A veces jugaban con los chicos de al lado y ella aprovechaba para descabezar otra siestita, pero en ocasiones prefería no hacerlo porque se despertaba más cansada de lo que se había dormido. -No importa- se engañaba. -El martes es franco y me voy a meter en la cama en cuanto el padre se los lleve.
Una noche la médica de guardia la vió abrir la cartera y sacar el Ibuprofeno. Esa vez también se puso bordó pero pudo contestar afirmativamente a cada pregunta, describiendo sus dolores de cabeza, de espalda y confirmando:  -Si, tengo que apuntar todo para no olvidarme de las cosas.
Y por fin, también preguntó: - ¿Fibromialgia?¿Y es grave, doctora? Por que mire que yo tengo dos nenes chiquitos y necesito trabajar. AF



jueves, 11 de julio de 2013

Aporte de Matías German Gari de Biodescodificación sobre Fibromialgia.

Como ya anuncié en el grupo del face la idea es copiar los aportes que vamos recibiendo para que todo esté centralizado y lo podamos encontrar fácilmente. No vamos a aprobar o desaprobr el material, solo lo registramos. Cada uno debe elaborar su juicio  y si tiene ganas, compartirlo. Ada Fanelli
 Todos los enfermos de fibromiálgicos sienten que la gente no les cree porque el dolor no se ve.
Es un sufrimiento interior, es la enfermedad de las fibras familiares
fibras = vínculos familiares, Los agarres familiares…
mio = músculo, La impotencia, “tengo que someterme a la situación".
algia = dolor, Dolor psíquico que va a materializarse en dolor físico
Conflicto: La doble obligación, es un concepto que fue descubierto en Palo Alto. Son
personas que están siempre bloqueadas en las historias familiares.
Resentir: “Me encuentro en un doble compromiso familiar". "Fidelidad a la familia y esta me
molesta". “Voy hacia la persona que quiero pero al mismo tiempo es mi verdugo” . "Me voy
hacia mi mismo y no me doy derecho".
Ejemplo: Sra, que de niña era tan guapa, que la madre la machacaba, en tipo Freudiano,
porque tenía miedo de que su padre se enamorara de ella, y donde sólo encontraba refugio y
ternura era en los brazos de su abuelo. Cada vez que estaba con su abuelo se sentía amada,
reconocida… Al principio se divertía como un juego con el abuelo… pero veía como le cambiaba
la cara al quedarse sola con el… se convertía en un loco… “Voy hacia la persona que quiero,
pero al mismo tiempo es mi verdugo”. Estoy obligada a ir hacia ella, pero cada vez que
voy…”Zaasss” me doy de bruces. Esta es la “Doble obligación”… Son las ataduras familiares, es
muy duro salir de ahí,…de cortar con la persona que te da el cariño.
¡Los tensores tiran de los dos lados!
· El estrés de estar cogido entre dos informaciones contradictorias, se convierte en
un estado de impotencia en las ataduras familiares, y esto hace mucho daño psíquico.
· En la proporción del dolor físico, se acercará a la proporción del dolor psíquico.
¡La Clave…¡
· LA CLAVE de la sanación está, en que estas personas lo hagan todo en plena
consciencia, pero no al mismo tiempo.
· Al tiempo, hay que darse actos de placer a uno mismo… y
· Empezar por disminuir ataduras familiares, las fibras familiares, las obligaciones
familiares de responsabilidad.
Otra descodificación: Los 4 conflictos:
Conflicto:
1.- El conflicto central es el de Dirección. El Órgano al que afecta, es en las Suprarrenales.
2.- Desvalorización… Estadio de sobre-responsabilidad – Me desvalorizo con respecto a la
familia (sobretodo). Y con lo que hago o dejo de hacer.
3.- Contacto impuesto… Tener que asumir, hacer o estar con una persona o situación
determinada.
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4.- Miedo a la muerte…no a la muerte física, sino, a mi IDENTIDAD. También, sentirse con
falta de pertenecer a la familia, o que la familia no haga lo que tu quieres… Son personas
excesivamente serviciales y responsables
Resentir:
1. "La dirección que estoy tomando en mi vida no me satisface, entonces… cuando alguien se
pierde lo mejor es quedarse quieto…" Las ataduras familiares son la clave.
2. "La dirección que estoy tomando no me satisface".
3. "Tengo la obligación de estar con... o hacer... y yo no quiero".
4. "Es mi responsabilidad, debo ocuparme yo, si no lo hago yo nadie lo hará".
…esta persona necesita el dinamismo de la familia… La familia real es una, pero la familia
imaginaria también cuenta…
En el tercer estadio, en cada tejido la frase conflictual es diferente. Es importante no
solamente cambiar la emoción, sino encontrar nuevos valores.

martes, 9 de julio de 2013

Fibromialgia en primera persona.




Lo supe casi por casualidad, mientras estudiaba neurociencias. Hasta ese momento nunca había asociado mis variados síntomas con una enfermedad. Cada vez que consulté, el médico los trató por separado y por un tiempo desaparecían. Lo peor eran los dolores de cabeza, pero siempre encontraba excusas: "!algo hay que tener!" , "el ser humano, por estar de pie arruina su columna vertebral", las hormonas, los ciclos menstruales, etc. etc. Después de todo, además, estoy operada de las tiroides hace muchos años, y ya se sabe, el reemplazo hormonal nunca es igual a lo natural.
Descubrir que padecía de fibromialgia cambió mi perspectiva: después de todo, la vida no es tan dura, lo que me estaba pasando tiene nombre propio. Claro que también aprendí sobre la etiología y el tratamiento. La neurología señala una carencia en los neurotransmisores, especialmente la serotonina, como en la depresión, por lo cual también se administran antidepresivos. Y hasta ahi llegué, porque si algo tenía claro es que no voy a tomarlos. Trabajo en Salud Mental y conozco perfectamente sus efectos secundarios. Cualquiera puede informarse leyendo el envase. Esa fue mi primer toma de conciencia. Después, pensé que tal vez algo hice para merecer esto. La falta de serotonina se asocia con situaciones de stress prolongado: !Vaya si tuve de eso en mi vida! Además, si inconcientemente hay que elegir entre el dolor y la tristeza, con total seguridad prefiero el dolor. Así, en paz conmigo misma, seguí avanzando. La llave maestra de mi investigación, por supuesto, fue Google. Y googleando crucé el Océano y llegué a España, un sitio que amo. Alli el diagnostico y tratamiento estaban muy avanzados. Entré a listas de padecientes y leí sus declaraciones, algunas, realmente dramáticas. Un dolor sin remedio para el cual no existe la cura. Tristeza y más tristeza, desesperanza. Terminé con el ánimo por el piso. Acepto tener un umbral bajo para mi propio dolor, pero todavía más bajo para el dolor ajeno.Y así empecé mi aprendizaje. Entre esas voces apagadas se hacían oír otras. Contaban de su mejoría con tal o cual método, sistema, producto. De la mayoría, yo nunca hubiera querido oír nada, porque las terapias alternativas me parecían cosa poco seria. Sin embargo, tampoco me era posible ignorar a esas mujeres, que aún siendo desconocidas, habían conquistado mi más absoluta confianza y ofrecían algo concreto. Albergué la duda por un tiempo, pero fue una duda activa: es decir, me puse a investigar, a probar...!Y obtuve muy buenos resultados!
No todos con la fibromialgia, no todos conmigo, pero me inserté en un mundo que no había sabido valorar, lo cual también fue una buena lección para mi narcisismo cientificista. Claro, se trata de un mundo muy sutil a comparación del que yo conocía. Tuve que aprender a confiar en mis sentidos más que en mi razonamiento. Recordé a una amiga que me decía: -!Cómo no te va a doler la cabeza si te lo pasas todo el día pensando! La broma dio en el blanco. Tuve que dejar de pensar para empezar a percibir. Probé muchos métodos, y especialmente uno consiguió controlar mis dolores. No voy a decir ahora cual, porque si bien para mí fue la herramienta que me permitió apagar la llave del dolor en mi cuerpo, después fui conociendo a otras mujeres que habían obtenido lo mismo con distintos métodos. No se trata de una pildorita mágica, pero mientras lo ejercito, funciona. Después, a veces, olvido todo, porque mi cabeza sigue siendo mi mayor entretenimiento y adicción. Entonces mi cuerpo enciende la alerta para que no lo olvide !Y duele!. Entonces... tengo que volver a empezar.
Lo importante no es la técnica, sino el proceso por el cual uno la adquiere. Es un camino lleno de espejos. Algunos nos muestran bella, pero otros nos dan una imágen muy fea de nosotras mismas. Aprendí a considerarlos como amigos que me muestran los aspectos que necesito cambiar de mí misma.
No creo en recetas válidas para tod@s. Si creo que cualquiera puede aprender de lo que le pasa, negociar y conocerse para estar mejor. De eso estoy segura.
Pasaron los años y cada día aprendemos a llevarnos mejor mi cuerpo y yo. Ahora se que si llega el dolor es porque permití algo que debí haber evitado: stress, preocupación, autoconciencia "apagada", interrupción del método. Y como quien entra distraído a una habitación a oscuras y se lleva por delante un mueble, me enojo un poco pero después voy y enciendo la luz.
No soy justamente alguien introvertido, así que muchos amigos conocen mi proceso. Por su intermedio se conectaron conmigo personas con el mismo diagnóstico y entonces surgió la idea de este espacio para ayudarnos a nosotros mismos mientras nos ayudamos mutuamente. Por ahora, es virtual. Tengo la esperanza de transformarlo en un sitio concreto donde poder reunirnos, conocernos, intercambiar experiencias y darnos aliento para no abandonar nunca la tarea de VIVIR MEJOR. Ada Fanelli.


sábado, 6 de julio de 2013

Nuestra Salud.



¿Cuánto vale estar sano? Aparentemente no mucho, si consideramos como nos tratamos cotidianamente a nosotros mismos y a los demás. Sin embargo, cuando sufrimos o enfermamos, la salud cobra un valor supremo y absoluto. Es una verdadera lástima que no la valoremos antes de perderla. La Organización Mundial de la Salud la define como Equilibrio Bio-Psico-Social. No es estática, está en movimiento. Pensemos en el equilibrista, empuñando su pértiga al avanzar sobre la cuerda tendida. Si se queda quieto, cae. De la misma manera, estar sano es un proceso, e incluso cuando nos enfermamos lo hacemos para recuperar de la salud. Claro, los síntomas son desagradables y queremos hacerlos desaparecer, pero entonces también desaparece la posibilidad de curarnos, porque disfrazamos nuestro estado, o sea, seguimos enfermos pero no nos enteramos. Existe un defecto genetico -poco frecuente- por el cuál algunas personas no sienten dolor. Lo que parece un privilegio, en realidad les cuesta la vida, porque sin dolor no se puede reconocer el daño para evitarlo o minimizarlo. En consecuencia, la vida de ese feliz organismo que no sabía sufrir es muy corta. Por cruel y desagradable que parezca, el sentido del dolor es salvarnos la vida.
Claro que hay excepciones, y la fibromialgia parece serlo. No es el reflejo de un daño, de un desgaste o de cualquier otro acontecimiento en nuestro cuerpo. No hay datos clinicos para justificarla. ¿Y entonces? El primer dato curioso es la prueba de la evidencia, porque muchas personas resuelven el problema con tecnicas no tradicionales. ¿Autosugestión? ¿Hipnosis? ¿Aspectos desconocidos del Universo? Cualquiera de estas explicaciones será aceptable si consigo encontrar cuál funciona conmigo. ¿Reiki? ¿Reflexología? ¿Flores de Bach? ¿Biodanza? ¿Acupuntura? ...y cuantas más que ahora se quedan sumidas en la "fibroniebla" pero seguramente acudirán a la memoria de mis lectores. Por el otro lado, los medicamentos, la farmacia. Especialmente los antidepresivos, que se administran por dos razones: La fibromialgia tiene el mismo origen neurológico de la depresion y además en muchos casos la acompaña. Claro que la evidencia dice que los antidepresivos no ofrecen demasiado alivio y en cambio poseen enormidad de efectos secundarios tanto o más indeseables que la misma enfermedad. Eso sí, aunque su precio es muy alto, sólo es necesario tomar la pastillita que el médico indica para sentir que uno a hecho todo lo posible para curarse, así que no puede ser juzgado por sentirse mal, por estar enfermo, por no rendir como los demás, o como rendía antes. En una sociedad donde no responder a modelos ideales equivale a una derrota, evadirse produce un alivo temporal. Pero el cuerpo es un maestro muy exigente, sigue sufriendo y con ese dolor está diciéndonos que todavía no encontramos la solución.